Corre por ahí la creencia popular de que si le cortamos el pelo a nuestro bebé, entonces el nuevo pelo que nacerá lo hará con más fortaleza. Pero ¿cuánto hay de cierto en ello?
Pues en apariencia, es cierto: cuando cortamos el pelo a alguien, sea o no bebé, su consistencia parece mayor, sobre todo si lo cortamos muy corto, al cero o al uno. Pero sólo en apariencia. Si bien el pelo tiene el mismo grosor tanto en la base como en la punta, a medida que se alarga el pelo experimenta variaciones causadas por el desgaste: por eso las puntas del cabello que es largo se percibe más delgadas y estropeadas que el resto.
Al raparle el pelo a un niño, lo que queda es la parte del pelo que está en mejor estado: incluso si lo rapamos al cero, los nuevos cabellos también nacerán menos desgastados. Sin embargo, tanto la cantidad, como la calidad del pelo será exactamente la misma. Es decir, que salvo por una cuestión estética (y temporal), cortar el pelo a un bebé no sirve para nada.
Por cierto, al nacer tenemos una media de 1.135 folículos pilosos por centímetro cuadrado. Pero la cifra cae en picado a la edad de 80 años: 435.
Además, las células del folículo capilar fabrican queratina sin ser conscientes de si cortamos o no el pelo: el crecimiento tiene lugar a partir de la base. Por muy arrán que cortemos el pelo, ello no afecta a estas células. En nuestra cabeza tenemos entre 100.000 y 150.000 folículos pilosos. Los rubios tienen más que los morenos o castaños.
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