De hecho, se ha llegado a afirmar que refleja más luz que cualquier metal conocido.
El hallazgo de este peculiar color azul “estructural” se lo debemos a Silvia Vignolini, de la Universidad de Cambridge, que examinó al microscopio algunas muestras como la de la foto. A pesar de que estas bayas se recogieron en Ghana en 1974, la fruta ha retenido su viveza debido precisamente a que su color proviene de un “truco” óptico, algo casi imposible de conseguir con pigmentos orgánicos, ya que se deterioran con el tiempo.
No es venenosa, aunque tampoco sabe a nada ni resulta nutritiva.
Fuente: http://naukas.com
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