El Cañón del Antílope está localizado en el sudoeste americano, en el municipio de Page, al norte del estado de Arizona. Forma parte de una reserva de indios navajos, la mayor tribu de indios norteamericanos. No es sólo porque los indios navajos sean muy suyos, sino porque también existe un tremendo riesgo de inundaciones instantáneas. Si se pone a llover torrencialmente en cualquier momento, el cañón puede ser inundado de agua en cuestión de minutos, principalmente por corrientes de agua que se originan en regiones de más altitud.
En realidad, el cañón, que ha sido horadado por el paso de corrientes de agua durante miles de años en un proceso llamado epigénesis, está compuesto por dos formaciones geológicas independientes: el Upper Antelope Canyon (Cañón del Antílope Superior) y el Lower Antelope Canyon (Cañón del Antílope inferior). Aunque también los llaman de forma más ininteligible como Crack y Tirabuzón (Cork screw, en inglés), respectivamente.
Tiene una longitud total de 400 metros. Sus paredes, esculpidas en la arenisca, tienen en algunos puntos hasta 40 metros de altura y recuerdan, gracias a las condiciones lumínicas, a esos relojes de arena que venden en los bazares, cuyos granos de arena, de diversos tonos de marrón, forman dibujos y estratos diferenciados. Las rocas, de lejos, parecen de cartón piedra. No es extraño, pues, que en cualquier visita guiada os encontréis con más de un fotógrafo profesional dispuesto a inmortalizar el efecto para las revistas y las postales. Porque en las 4 estaciones del año, debido a la entrada de luz a través de las grietas de las rocas rojizas, las tonalidades cambian, como en un océano; incluso en un mismo día, la configuración de colores puede ser alterada en función del ángulo de visión en el que situemos la cámara, o nuestros ojos, dándole al lugar cierto aire de caleidoscopio natural.
Fuente: http://www.xatakaciencia.com
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